viernes, 10 de diciembre de 2010

Les Halles

     En esto de andar mirando restaurantes no niego la enorme influencia que ha tenido Anthony Bourdain, sobretodo porque el tipo escribe bien, tiene su vena literaria y además disfruta de la comida (tan flaco que está y miren).
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     Me gustó e inquietó  sobretodo el programa que le dedicó a los bloggers de comida como yo (foodies que llaman) donde no ocultó su desprecio por aquellos que elevan la comida más allá de lo que es a la vez que mostró mejor actitud respecto a aquellos que son sinceros en sus aproximaciones.
     Su libro Kitchen Confidential es una mirada profunda a los ires y venires de los chefs y restaurantes y lo ingrata que puede ser la profesión. Yo mismo he visto como sus historias son perfectamente trasladables a Colombia.
     Bourdain es también un foodie aunque se puede dar el lujo de hacerlo a escala planetaria, yo más modestamente trato de hacerlo en Bogotá aunque he hecho mis pinitos internacionales... y de hecho para innaugurar de manera internacional el blog y jugar con la ironía de la vida a continuación hablo de mi visita a Les Halles, el restaurante de Anthony Bourdain.
     Comencemos por decir que hay dos sedes de Les Halles en Manhattan pero el presupuesto solo alcanzó para ir a una, a la cual invité a mi hermanita a cenar: la de Downtown.
     El ambiente era el típico de restaurante francés pues se supone que es una brasserie: un restaurante algo más formal que el bistró pero no tan refinado como uno clásico. La reservación la hice desde Bogotá por si las moscas pero me di cuenta que aún sin reservación habríamos conseguido mesa (a propósito No Reservations es el nombre del programa de Bourdain).
     Una vez sentados pedimos un par de martinis (hey estamos en la capital del martini, asi que comencemos con un Cosmopolitan).
     La carta no es tan extensa pero aún así hay demasiadas opciones; nos fuimos por la deliciosa terrine maison para compartir (que es como un paté que combina cerdo, ternera y conejo) para probar el toque francés del lugar. 
     Seguidamente mi hermana pidió carne: el plato famoso en Les Halles es la sencilla carne con papas fritas, sobretodo las papas que son consideradas unas de las mejores del mundo y las hacen con aceite de maní. Yo pedí el steak a la pimienta que simplemente es una variación del pedido por mi hermana. Debo decir que no sé si sea porque me creo el cuento o porque tenía hambre pero de verdad esas papas saben a gloria y la carne estaba muy jugosa y bien hecha.
     Para bañar los platos fuertes pedimos sendas copas de vino rosado, que hace rato se viene valorizando cuando hace apenas 10 años era despreciado y le quedaron muy bien.     Adicionalmente viene ensalada la cual no resultó tan excitante como el resto de platos pero estaba bien.
     De postre optamos por un clásico francés, crêpe suzette, el cual desde niño añoraba ver preparado a la manera que lo hace el mayordomo Coleman en Trading Places (De Mendigo A Millonario). Y justo así nos lo prepararon, tal vez fue la nota más interesante de la noche porque realmente todo el mundo disfruta ver ese pequeño show culinario. 
     Hay que agregar que el sabor y la textura me parecieron fuera de este mundo...realmente era como me lo imaginaba, exquisito a más no poder y por eso me alegro de haber pedido champagne para acompañarlo.
     Nota curiosa: la champagne de Les Halles es Tattinger. Compré una botella unos años antes en un viajecito por California y que aparece en este post: procastinando el placer.
     Para rematar, como siempre, la búsqueda del espresso perfecto y el de Les Halles está muy bien preparado.
     En conclusión, es una experiencia que vale la pena si pasan por NY. Y si han leído o visto el programa de don Bourdain la visita tendrá mucho más sentido; su restaurante sale deliciosamente bien librado.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Coctel del Mar

     La tía Flor me llevó a un excelente sitio de mariscos, delicioso y barato. Lo bueno es que además de restaurante, también es mercado marino y ya he comprado varias veces en él (hay incluso ingredientes para sushi).
     Coctel del Mar queda en la Calle 67 con 17 y aunqué pasé frente a él muchas veces en mi ruta al trabajo jamás me detuve a contemplar qué pasaba allí. Si hubiera pasado un sábado habría visto enormes filas para entrar, lo que ya lo saca de esos secretos gourmet bien guardados en Bogotá.
     Mi recomendado, la cazuela de mariscos que es tan buena como la de Brisas del Caribe. Otro que recomiendo es la parrillada, sencillamente deliciosa y siempre tiene ese fresco sabor de mar que se nota recién traído de las costas del pacífico colombiano.
     Tiene varios pisos y hasta ascensor. Si van que sea temprano porque encontrar parqueadero es un dolor de cabeza.

martes, 30 de noviembre de 2010

Bandeja Paisa

Creo que ya había dicho que 2 de cada 3 almuerzos caseros bogotanos vienen con frijoles y que casi todos los restaurantes que ofrecen el tradicional corrientazo también venden bandeja paisa.
En el centro he encontrado multitud de "bandejas paisas" y debo decir que este hipercalórico plato me gusta mucho y suele ser servido en abundancia; pero hay un restaurante, Arepas y Carnes, que la sirve como quien sirve un verdadero pecado, con lujuria, obscenidad mejor, donde el plato rebosa con los distintos ingredientes y el mayor placer consiste en mezclarlos y echarle ingentes dosis de aji casero.
La bandeja apenas cuesta 9000 pesitos y es capaz de saciar a dos personas y rellenar a una sola y hay varios puntos en el Centro.





La preparación se me antoja deliciosa y es cierto, no se ve bonita pero sabe rico, excepto el chicharrón que a veces no lo preparan bien... aunque otras si y les queda crocante y sabroso.
Yo voy a la que queda frente a la Cámara de Comercio sobre la Carrera 9a con calle 16; también la he visto sobre la Calle 19 arriba de la 6a y me pareció ver una sobre la Carrera 13 por los lados de Ecopetrol.

domingo, 31 de octubre de 2010

La Florida 2

     Ya había hablado del espumoso y tradicional chocolate que se sirve en este lugar; pero tenía sorpresas adicionales!.
     Me contaron que La Florida también era restaurante... tal vez debí sospecharlo pero uno a veces no repara en todo lo que ve y así como si se pone atención mientras se camina por la séptima es posible ver fachadas de gran belleza e ignoradas, así mismo se pierden los detalles de los letreros. La Florida lo tiene bien clarito: Pastelería, Panadería, Salón de Onces y... Restaurante.
     Y en dónde pide uno el almuerzo? en el segundo piso, en el salón republicano, que bien bonito si es. Llegué allí con la esperanza de encontrar el esquivo Pato pues me aseguraron que estaba en la carta y efectivamente, aparece en la carta pero ya no lo preparan... lo que dará pie a mi futura entrega A La Caza del Pato.
     Pero volviendo a los almuerzos de La Florida, la carta es interesante, diríase que afrancesada y con buenas opciones. El menú del día es más barato que pedir a la carta como es usual en gran parte de los restaurantes de la ciudad. Barato es un eufemismo porque con casi 20.000 pesos entra más bien en mi categoría de restaurantes de jueves/viernes o de almuerzos especiales.
     De entrada había sopa o fruta, me incliné por la sopa que era una crema de frijol, muy rica debo decir y con pimienta extra para picar el apetito.
     A continuación elegí el cerdo en salsa de manzana, el cual estaba muy bien hecho y con ese toque entre rostizado y dulce que tanto me gusta. Venía acompañado por unos conos tipo crepe rellenos de verdura salteada al wok... suena sofisticado pero en realidad es sencillo y eso si muy rico.
     Finalmente hubo postre, una suave torta de naranja en su almíbar agridulce que remató bastante bien el plato.
     Así que en resumen fue una agradable sorpresa. Obviamente el principio de precaución exige ir varias veces para confirmar la calidad pero con esta primera prueba quedé con ganas de volver y por ahora lo recomiendo.

sábado, 5 de junio de 2010

Lemaitre

     En la sección de almuerzos especiales, que acabo de fundar porque si, reseño restaurantes de alto presupuesto, que no quiere decir que sean impagables (bueno, algunos tal vez) sino que por su ambiente o localización no están al alcance del almuerzo normal.
     Donde trabajo tenemos un club gastronómico cuyos miembros, cowworkers como diria una amiga, aún no saben que pertenecen a él. Ejerce cada que hay una fecha especial, normalmente un cumpleaños y entre todos le pagamos el almuerzo al agasajado. Otros dias que funciona el club son el dia de la madre, del padre, cuando llega algún invitado de otras latitudes o viene mi hermana que comparte conmigo el arte de ir a llenarse el estómago de manera sofisticada.
     De día de la madre fuimos a Lemaitre, un restaurante interesante que no sé si describir como de comida caribeña porque tiene más variedad que eso pero se acerca mucho a ese estilo. Estuvo delicioso.    

    De entrada un ceviche de la casa y tienen una interesante variedad, apenas para ir solo a comer entradas. Como cortesía nos ofrecieron unos pasabocas hechos con lentejas y salsa agridulce, estaban buenos aunque no sé si pasen la prueba y queden en la carta.

     De plato fuerte pedí Mero Mignon, pues apenas leí la descripción se me hizo agua la boca: mero a la parrilla con salsa de mostaza, miel y albahaca, todo eso sobre risotto de champiñones y verduras salteadas... ah y tocineta. Estaba tan bueno que me dió lástima que se terminara.

     Mis acompañantes pidieron la Combinación de la Casa que es medallón de lomo bastante jugoso...

...y la Delicia de Camarones, una cazuela que estaba increíble con su capa de gratinado y camarones en una mezcla que no cansa y que de todas formas tiene arroz de coco como acompañante para variar el sabor. Sobra decir que les agradezco por dejarme probar (en más de una ocasión) sus delicioso platos.

     El postre si no me mató pero estaba rico, pie de coco con helado de vainilla.

     Y, como no, para finalizar, la búsqueda del espresso perfecto, que es una cacería que tengo montada hace años en este tipo de restaurantes para evaluar la calidad del café que preparan y, la verdad sea dicha, rememorar una interesante época en un lugar remoto donde el esposo de una buena amiga me enseñó parte del secreto del espresso bien hecho y es un sabor que no he vuelto a encontrar... se le acercan, pero nada.

     Que si es caro? juzguen ustedes a mi no me parece tanto. Salí contento y eso, más que nada, indica que fue una buena elección.

martes, 25 de mayo de 2010

Goce Pagano

Qué hace un tradicional bailadero de salsa bogotano en un blog de comida?

La sencilla respuesta es que de dìa es restaurante. Claro, no se llama Goce Pagano como en la noche sino Wok y Parrilla y me parece atractivo primero porque queda sobre el eje ambiental de la Jimenez, frente a la Universidad de los Andes, asi que es una caminata agradable y los alrededores son amables con el peatón.



Adentro simplemente hay mesas, sillas, una barra que funciona tanto de dia como de noche y la cocina. El menú es variado y se presta a una amplia gama de presupuestos y consiste, su nombre lo dice, en preparaciones especializadas en Wok y carnes a la parrilla.

Los arroces suelen ser deliciosos y la barra de ensaladas si bien no es tan completa permite armar una bastante decente. Mi plato de elección suele ser el combo Wok y Parrilla, la carne me parece bien preparada y el acompañamiento de verduras salteadas con arroz es perfecto, a esto le agregan papa americana que es papa al vapor con una sabrosa salsa parecida al suero costeño que va muy bien con el plato (aunque uno desearía más de esa deliciosa salsa).



Los precios varian entre 5000 y 15000 pesos por lo que pude ver, el combo del que hablo sale por 13000 e incluye limonada. Es bastante comida y una buena elección si se tiene mucha hambre.

sábado, 15 de mayo de 2010

Enchiladas

Hace unos años toda la comida internacional en Bogotá era básicamente italiana ó mexicana. Afortunadamente eso ha cambiado y la variedad se ha incrementado significativamente. La comida mexicana generó muchos adeptos mientras reinó en la escena gastronómica de la ciudad, yo uno de ellos.

En el centro hay pocos restaurantes mexicanos, El Chilito, Pico 'e Gallo y Enchiladas son tal vez los mejores y seguramente me faltan por descubrir otros. Este último, Enchiladas, es el que prefiero porque me permite una buena caminata falda arriba de la montaña, tiene una decoración bastante más mexicana que su competencia y el ambiente es agradable.

Tiene pinturas y raras cerámicas que lo transportan a uno a otro sitio... a cuál? tal vez cuando vuelva a México lo sepa.



En cuanto al menú, tiene bastante opciones, incluido el mitico pollo al mole que esta es la hora que no pruebo porque, a qué negarlo, siempre termino como en Crepes, pidiendo lo mismo: El General Lee.



Por qué me gusta tanto? no solo por su gran variedad. Es todo un méxico lindo y querido en un solo plato, pues trae frijol refrito, enchilada, tostada, quesadilla, chilaquiles y totopos... mejor dicho, un resumen de la gastronomía de esas tierras. Es el plato más caro hasta donde recuerdo pero ni asi se paga mucho, debe rondar los $23.000.

También ofrecen una deliciosa sopa de tortilla, si no se tiene mucha hambre es una buena opción y claro, también están laa clásicas bebidas como agua de horchata, de jamaica, de tamarindo y bueno, esas que vende el chavo.



Dónde queda? en la inclinada calle 10 2-12, como quien va para el barrio Egipto desde el Teatro Colón pero parando para respirar y jadear en la mitad del trayecto.

jueves, 29 de abril de 2010

La Hamburguesería

Si siguen este blog se habrán dado cuenta que la hamburguesa es un plato recurrente, sobretodo los viernes. Me atrevería a decir que la competencia en Bogotá ha hecho que vean la luz muy buenos prospectos en esta clase de comidas.

La hamburguesa para mi ya ha dejado de ser una comida rápida... a excepción de McDonalds, El Rodeo o tal vez El Corral (normalito) el estilo cada vez más aceptado es el de las hamburguesas que, a falta de otro calificativo, llamaré gourmet.

Uno de los restaurantes frecuentados tiene tal plato en su mismo nombre: La Hamburguesería; mezcla de preparaciones innovadoras, ambiente rock, interesante decoración y buen servicio. Me atrevería a decir que venir es más festivo que ir al más minimalista Corral Gourmet. De hecho, puede uno encontrar algún buen concierto en vivo tanto en la sede de Usaquén como en la del Parque de la 93. Yo, por razones de trabajo, voy a la de La Macarena, que es tan pequeña que mejor llegar bien temprano para no quedarse sin mesa.


(Una entrada? qué tal tahine, tabulé, bolas de falafel y pan árabe?)

Ahora bien, hincando el diente al asunto, debo decir que mi hamburguesa favorita acá es la Chapetona; hecha con carne de res a la parrilla, bastante jugosa y con la carne como me gusta, término medio. Trae deliciosas lonjas de jamón serrano, quesito doble crema semiderretido y aliolí (salsa hecha con aceite de oliva y ajo) goteando magníficamente y mojando partes del pan para hacer de cada mordisco una experiencia llena de sabores que se complementan admirablemente.



Como es usual en estos restaurantes, la cebolla, el tomate, los pepinillos y la lechuga vienen aparte y queda al gusto del cliente el mezclarlos con el resto o comerlos aparte. Al igual que en El Rodeo, la opción de acompañamiento es variada y normalmente me inclino por los papas criollas bien fritas o las papotas, que serán untadas de diversos complementos como el ají casero, chiles verdes en rodajas o uno que parece mermelada pero es también (deliciosamente) picante.

Y de tomar? nada como una cerveza para acompañar. Y acá es dónde La Hamburguesería también se destaca, tiene un amplio surtido de cervezas, incluyendo las artesanales de BBC. En mi caso, una rubia o una roja, bien heladas, hacen buen maridaje con la Chapetona.



Buen ambiente, precios no tan altos y un toque de originalidad invitan a visitar este restaurante con frecuencia y en buena compañía.

martes, 27 de abril de 2010

La Mulata

La comida cartagenera ha tenido últimamente bastante acogida en el resto del país... supongo que parte del auge es la contribución que hace Leonor Espinoza con su restaurante Leo Cocina y Cava, denominado por la revista Condé Naste Traveller como uno de los mejores del mundo y del cual espero algún día poder hacer su respectiva reseña.

Pero qué mejor forma de descubrir este tipo de cocina que yendo a su lugar de orígen? Obviamente harían falta muchos días para probar lo que Cartagena puede ofrecer y no hay tiempo de ir a todo pero con suerte y algo de búsqueda se pueden encontrar restaurantes bastante representativos.

Tuve la suerte de dar con La Mulata por recomendación de una amiga. Este restaurante, situado en la zona amurallada y sobre la calle Quero tiene un menú bastante interesante, mezcla de tradición y algo de fusión como ellos mismos se denominan.



El menú consta de 4 o 5 platos por cada día de la semana; asi que el lunes, día en que fui, había opciones como la carne en posta o róbalo con calamar. Cada plato viene acompañado de la sopa del dia, en este caso una exquisita sopa de lentejas, cuyo tamaño y sabor me dejó fascinado porque abre el apetito y prepara al comensal para atacar el plato fuerte.



Yo pedí carne a la posta, que tiene una reducción de panela (y en algunas versiones Kola Roman), además de clavos, lo que le da un sabor interesantísimo a la carne, que normalmente es punta de anca. Estaba adornada con ajonjolí e iba acompañada de unos deliciosos cascos de papa fritos, ensalada consistente en julianas de mango, lechuga y tomates con algo de vinagreta y una pirámide del infaltable y exquisito arroz con coco.

El pescado también estaba delicioso (que agradable cuando los compañeros de almuerzo le dejan a uno probar los platos). Noten la presentación... limpia y artística, un buen detalle a tener en cuenta.



Y claro, como esto es Colombia, nada mejor que acompañar el almuerzo con una bebida refrescante. En mi caso me incliné por la limonada de coco y vaya, que buena decisión, porque era generosa, dulce y deliciosa y en forma frappeada para calmar el calor que nos azotaba en este medio día.



Y después de tan apetitoso banquete, lo mejor fue el precio. En Bogotá rara vez se come tan bien y tan barato. La relación precio/calidad hace que este sea un lugar perfecto para almorzar bien y a diario aunque por lo que pude ver, es tan solicitado que si se llega un poco tarde tocará esperar a que haya una mesa disponible. Que agradables sorpresas las que tiene Cartagena.

jueves, 1 de abril de 2010

La Calle del Molino

Hay un lugar bonito cerca del Crepes de la Av Jimenez al que vamos con una amiga, tiene buen ambiente y el almuerzo normalmente es balanceado y delicioso. Es otro de esos sitios que busco cuando no tengo idea de dónde almorzar pero que tampoco quiero esforzarme decidiendo.

Se llama La Calle del Molino y queda justo al frente de lo que fuera el mítico bar Antifaz, antro de perdición, salsa y rock.

Lo que me llama la atención de este restaurante es que el menú incluye cerveza o vino entre las bebidas, sin cargo extra como es la norma en los demás restaurantes.


Es una opción refrescante y distinta al tradicional almuerzo del centro, aunque tampoco es tan barato, está apenas para ir y rodearse de un ambiente tranquilo en medio del caos citadino.

miércoles, 24 de marzo de 2010

La Florida

Podría decirse que trabajar en el centro y no conocer este sitio es casi una blasfemia, porque es tal vez la chocolatería más conocida de Bogotá, y eso desde hace bastantes años (tiene casi 75).



Claro, puede parecer una cafetería más del centro (queda sobre la séptima con 21), pero no lo es. Es todo un ícono al cual he llevado por igual a extranjeros que a locales. Y a mi parecer su fama es bien merecida, sirven el chocolate santafereño más rico que he probado y voy con regularidad. A muchos franceses y de otras latitudes, eso de echar el queso a derretir en el chocolate les parece detestable, en cambio acá eso se considera un manjar, supongo que por el diverso acercamiento que tenemos desde temprana edad al consumo del queso.

La tradición del chocolate en Bogotá es bastante antigua, prácticamente colonial y heredada de costumbres madrileñas. Buscando encontré un relato sobre un agasajo que le hacen a don Antonio Nariño el 13 de mayo de 1813 acá en Bogotá, donde el protagonista es nada menos que el chocolate, pues en la época era una práctica de clase y su preparación tenía cierto refinamiento de alta sociedad.

Dice el relato: "
Sobre las servilletas dobladas reposaban grandes platos; entre éstos había platos pequeños; y entre los pequeños había pozuelos en que hacía visos azules y dorados la espuma de un chocolate que estaba guardado en pastillas hacía ocho años, en grandes arcones de cedro. El cacao había venido desde Cúcuta, y para molerlo, se habían observado todas las reglas del arte, tan descuidadas hoy por nuestras cocineras. Se había mezclado a la masa del cacao canela aromática, y se había humedecido con vino. En seguida cada pastilla había sido envuelta en papel, para entrar en el arcón en que iba a reposar ocho años. Para hacer el chocolate no se habían olvidado tampoco las prescripciones de los sabios. El agua había hervido una vez cuando se le echaba la pastilla; y después de esto se le dejaba hervir otras dos, dejando que la pastilla se desba­ratara suavemente. El molinillo no servía para desbaratar la respetable pastilla a porrazos, como lo hacen hoy inno­bles cocineras; no, en aquella edad de oro el molinillo no servía sino para batir el chocolate después de un tercer hervor, y combinando científicamente sus generosas par­tículas, hacerle producir esa espuma que hacía visos de oro y azul, que ya no se ve sino en las casas de una que otra familia que se estima. Preparado así el chocolate, exhalaba un perfume ... ¡un perfume ... ! ¡Musa de Gre­cia, la de las ingeniosas ficciones, hazme el favor de de­cirme cómo diablos se pudiera hacer llegar a las narices de mis actuales conciudadanos el perfume de aquel chocolate colonial! ¡Esto en cuanto al olfato; pero en cuanto al sabor! ... Es de advertir que la regla usada entonces por aquellas venerables cocineras, era la de echar dos pastillas por jícara, y ninguna de aquellas sabias cocineras se equivocaba. Si los convidados eran diez, se echaban veinte pastillas. ¡Hoy ... llanto cuesta el decirlo!, |! |quis |talia fando temperet a lacrymis! Hoy... hay cocineras que echan a pastilla por barba. ¿Qué digo?, ¡hay casas en que con una pastilla despachan tres víctimas!

Pero el sabor de aquel chocolate era igual a su perfu­me; la cucharrilla de plata entraba en el blanco seno de la jícara con dificultad. No se hacían |buches de chocolate como ahora, no; ni se tomaba de prisa, ni con los ojos abiertos y el espíritu cerrado. Cada prócer de aquellos cerraba un poquillo los ojos, al poner la cucharita de plata llena de chocolate en la lengua; le paladeaba, le tragaba con majestad; y don Camilo de Torres, dijo al gran Nariño al acabar de vaciar su jícara: |digitus Dei |erat |hic.

(Tomado de: Las tres tazas. José María Vergara y Vergara 1831-1872)

Que poética la cosa...
Musa de Gre­cia, la de las ingeniosas ficciones, hazme el favor de de­cirme cómo diablos se pudiera hacer llegar a las narices de mis actuales conciudadanos el perfume de aquel chocolate colonial. Y estoy de acuerdo, el olor del chocolate en la tarde es muy tentador; y si agregamos el olor del pan recién hecho se tiene la receta perfecta para alimentar no solo el cuerpo sino un poquito al alma también.

Culmina don José María su relato diciendo que la noble costumbre del chocolate santafereño se acaba con la llegada de Bolívar y el apoyo de los ingleses, quienes introdujeron el café a nuestra revolución.

Es gracioso, yo le venía siguiendo el rastro al Motín del Té de 1773, cuando los revolucionarios americanos botan el té inglés a la bahía de Boston para protestar por los impuestos (el equivalente a nuestro Florero de Llorente) y convierten el café en el símbolo de la revolución. Entonces resulta que no heredamos el té, heredamos el café gracias a los británicos y a los gringos les pasó lo contrario, heredan el café para deshacerse del té inglés (ambos meros actos de simbología política) y el chocolate queda relegado... el odio a Napoleón y a su títere en España quien dijera, casi condena esta sabrosa costumbre.

Pero las tradiciones son tercas y el chocolate se sigue preparando hasta el día de hoy aunque así de rico como se describe probablemente no, más bien diluido pero igual, espumoso y aromático. Solo en contados lugares como La Florida o La Puerta Falsa, se hace particularmente bien.



En esta época de Festival de Teatro Iberoamericano, las funciones nocturnas en el cercano teatro Jorge Eliécer Gaitán suelen estar precedidas por una invitación a degustar tan exquisita y reconfortante bebida, pero asi no haya función, nada más rico que ir con una buena compañía y sentir caer la tarde en este emblemático (y económico) lugar.

sábado, 20 de marzo de 2010

Hamburguesa de Búfalo

Caminando por el Parque de la Vida en Barrancabermeja, se encuentra uno con algunos restaurantes que ofrecen hamburguesa de búfalo... eso no lo he visto en Bogotá; asi que tuve que darle una oportunidad.



No es la primera vez que la como en Barranca y la verdad me ha gustado, el sabor es algo más fuerte que la res y me ha parecido distinguible; el color también cambia, esta carne es mucho más oscura que la tradicional pero me pregunto si es por la preparación. Suele ser jugosa y no será el corral pero si es sabrosa.



Ya en otra oportunidad pude comer salchichas de búfalo y aún recuerdo que me gustaron mucho, pero nunca las he visto en venta. Tal vez viene una ola de productos de búfalo, parece que la idea está tomando fuerza.

jueves, 11 de marzo de 2010

San Marcos

Desde la universidad conozco esta famosa... panadería? pastelería? pastería? bueno lo que la hace famosa son sus pastas; digamos que es un restaurante de comidas rápidas donde se especializan en pasta.

Como pueden ver tiene bastantes años y no es raro que a la mención de San Marcos, gente que ronda los 60 años sepa lo mismo que la de 20... que es un lugar muy bueno para ir a comer.



Queda al frente del edificio Ugi, en la Calle 40 sobre la 13. A propósito, el Ugi es uno de los edificios más raros de Bogotá, pues fue construído de arriba hacia abajo... pero bueno, eso debe ser tema de otros blogs.

De la San Marcos me gustan tres platos especialmente: la polenta tradicional italiana que viene con un delicioso chorizo; la peperoncino, que es una exquisita pasta picante y los canelonis rellenos de ricotta (ver foto), que además traen espinaca y aunque suene poco llenador, la verdad es que siempre quedo bien. Si va con compañía aconsejo la combinación peperoncino + canelones ricotta, se balancean tan bien que parecen hechos el uno para el otro.



La tradicional visita a San Marcos suele ser: plato fuerte + pan de ajo + bebida. De bebida, hay bastante variedad como jugos, vino y gaseosa. Es tal vez de los pocos restaurantes donde pido Coca Cola, me parece que acompaña muy bien las pastas.

Las lasagnas son otro plato estrella, tal vez el más pedido, pero como que quedé anclado en los otros que ya describí, rara vez la solicito; eso si, visualmente sigue siendo muy atractiva. Ah y otro plato que he probado tal vez dos veces son los raviolis rellenos de salmón, toda una delicia apropiada para la Semana Santa.



Finalmente está el postre y como es pastelería tienen unos hojaldres muy buenos, mi favorito: el pastel gloria relleno de arequipe, casi siempre recién hecho y con la masita crocante y el arequipe abundante. Otro que pido con frecuencia es el alfajor de chocolate, único en su clase porque no lo he visto ni en Argentina, es tan bueno que rara vez hay porque se agota, asi que para propósitos de esta reseña, me decanté por el otro alfajor, que es más tradicional y que en cada mordisco me trae algunos recuerdos, no tan lejanos.

lunes, 8 de marzo de 2010

El Rodeo

Sobre la séptima, hacia la calle 12, hay un enorme Cebú de plástico que invita a entrar en uno de los restaurantes de comida rápida más grandes que conozco en el Centro: Hamburguesas del Rodeo.


Este es un sitio para comer una hamburguesa de carne sin el problema de pagar lo que piden el corral, la hamburguesería, presto o mc donalds y su calidad es acorde a lo que se paga. Lo que me gusta de este sitio es que el tradicional combo puede consistir de otros tipos, digamos más autóctonos, de acompañamiendo. Yo suelo pedirla con papitas criollas tostaditas o con yucas fritas, acompañadas de ají casero y pico de gallo.



Además, hay una gran variedad de salsas (unas 6 al menos) en cada mesa;
no las he probado todas pero cada que voy lo intento. Si bien la hamburguesa no es muy grande, queda apenas para un dia que se tenga afán y poco presupuesto (con carné de estudiante hay descuentos adicionales).



Ahora tienen lo último en tecnología para pedidos, se paga y un aparato le avisa a uno cuándo está listo el pedido, asi que en lugar de tener un contador visible, el aviso es personalizado, lo que es muy útil cuando está lleno. Vale la pena probarla.

viernes, 26 de febrero de 2010

El Envigadeño

Bandeja paisa hay para todos los presupuestos en Bogotá y precio bajo no es sinónimo de mala calidad. Pero también es cierto que ciertos restaurantes le tienen el know-how al plato y se cobran este conocimiento a conciencia.
El Envigadeño, en la Carrera 5 con 23 es un buen ejemplo; fue catalogado como la mejor bandeja paisa de Bogotá en la extinta revista Eskpe por varios años y con un precio que es cercano a los 17 mil pesos bien vale la pena ir a probarla.


(si, hacen fila para entrar...)

El lugar es pequeño y seamos sinceros, incómodo y cerrado y lleno de chécheres como lo dictan las "buenas costumbres" que no sé de dónde salen. Atienden unas señoras apresuradas que visten al estilo campesino, no necesariamente antioqueño y son muy hábiles y expeditas.... rara vez alguien se queda esperando mucho por su plato... a menos que pida otra cosa diferente a la bandeja paisa.
El plato en si es muy completo y delicioso, además de abundante. La sazón de los fríjoles me parece exquisita y el chicharrón siempre está en su punto: crocante, con algo de tostada carne y fácil de comer. Viene con lo de rigor, como la carne molida, arroz, huevo, chorizo (delicioso también) y otras cosas poco comunes en otras bandejas de la ciudad como morcilla o aguacate en forma de ensalada.



El ají también es sabroso y nada como acompañarla con una cerveza. Sugeriría un aguardiente para terminar el festin (ó cortar la grasa que llaman por acá, pero supongo que es un mito); pero para volver al trabajo queda un poco fuera de lugar ese remate, a menos claro que sea el viernes, oh bendito viernes, de aflojar un poco el cinturón y el recato al almuerzo.

sábado, 20 de febrero de 2010

1969

Ya había hablado de pizza y esta vez me referiré a 1969, que es una de las más famosas de Bogotá, sobretodo por el precio vs. porción... realmente es una ganga ir a comer allá y casi siempre (nótese el casi) es deliciosa.


En un principio la servían sobre tablas para picar hechas en madera como las usadas en cualquier cocina colombiana. Peeeero, la limpieza de la madera requiere bastante más cuidado que la vajilla y para un restaurante de comida rápida puede convertirse en un dolor de cabeza. Casi dejo de ir a este lugar porque muchas veces la tabla olia raro... afortunadamente tomaron nota y la reemplazaron y ahora la pizza sigue igual de buena y como abrieron una en la Candelaria, me queda más fácil que ir al Centro Internacional.



En cuanto a sabores, a mi me gusta mucho la española con sus carnes curadas, un poco salada para el gusto de algunos pero acompaña perfecto una fria cerveza; la mexicana, con frijolitos, guacamole, carne molida, es casi una bandeja paisa hecha pizza; ó la tradicional pollo miel-mostaza, con algunos matices dulzones pero que se complementan bien con la carne. Todas son llenadoras y deliciosas tanto en su versión personal como en la mediana que de mediana no tiene nada porque de ahi comen 4 personas perfectamente (y de la personal 2).



Cuando vamos 4 personas (con 3 es mejor) hacemos "negocio"; yo les doy a cada uno un pedazo de mis 4 y ellos a su vez a mi, asi queda una pizza personal variada y todos contentos de no antojarse de la del vecino.

Yo que soy amante del picante siempre le echo peperoncino a mi pizza, que es el ají en hojuelas y seco aunque también tienen (o solían tener) un picante en aceite que ahora solo veo en Archie's y que, según aprendí de la gastronomía molecular, tiende a picar más tarde de lo que lo haría uno hecho a base de agua.

Deliciosas hojuelas de picante.
Otro atractivo de este restaurante es su jugo de frambuesa; no es usual toparse con esta fruta en cualquier lado y lo preparan bien frapeado. Si bien la pizza marida mejor con cerveza, el vino es buena opción y acá también hay que anotar que las botellas y medias botellas de vino no salen tan costosas como en otras partes.
En definitiva, es un buen lugar para ir cuando se tiene hambre, hay un grupo grande y se tiene poco presupuesto, yo salgo muy satisfecho de allá.