domingo, 7 de agosto de 2011

Liberales

Hace años no me comía uno; siempre me causó curiosidad y cierto apetito su vivo color rojo.


Aunque no han desparecido de las panaderías tradicionales colombianas es raro verlos tan frescos.
Comprado y consumido en una panadería de pueblo (esquinera como la mayoría de panaderías de pueblo) donde esta niña se veía bastante ilusionada con la... ejem... torta.



viernes, 10 de junio de 2011

Randy's Hamburguesas

Viernes de hamburguesa, pero no todo es El Corral; si bien es mi favorita junto con el Galápago y La Hamburguesería (y ni hablar de las del Corral Gourmet que van de primero en el ranking).
En el rango medio hablábamos alguna vez de El Rodeo pero en términos de ahorrar un poco y obtener buenos sabores acá en el centro de Bogotá, la mejor alternativa es Randy's.
El que frecuento queda al lado de la Universidad de los Andes y toca llegar temprano porque se llena o mejor ir en época de vacaciones estudiantiles y siempre habrá mesa.
Uno hace la fila, paga y le dan un numerito para que el mesero busque al comensal y le lleve el pedido hasta la mesa, cosa que me gusta y se diferencia de las demás hamburguesas rápidas tradicionales.
La que me más me gusta es en combo y al carbón, bien preparada y con un tamaño más que decente para el hambre del fin de semana. Es jugosa y el asado de la carne les queda muy bueno; las papas también son ricas, como deben ser, crocantes por fuera, tiernas por dentro pero algo delgadas para mi gusto.
Viene con varias salsas, de las cuales esta blanca que tiene un cierto sabor a cebollas es ganadora y se lleva muy bien tanto con las papas como con la misma hamburguesa.
También tienen un ají delicioso pero toca pedirlo al mesero.
El combo naturalmente viene con gaseosa pero a veces es buena idea pedir malteada que es hecha con helado de Popsy, si bien no suelen quedar tan ricas como las del Corral, que fueran hechas con este mismo helado (ahora son de Von Glacet y en mi opinión no saben tan bien).
Precios? Unos 15.000 por la más cara que es al carbón, también hay otras combinaciones interesantes; me ha gustado la mexicana. La relación precio/calidad es bastante buena así que no se la pierdan.

viernes, 27 de mayo de 2011

Theca

Hay un video de Sidestepper, Deja,  que me gusta porque muestra esa Bogotá que conozco del día a día, su centro con calles no precisamente inmaculadas, ese dejo de soledad que transita por ellas muy temprano o los domingos y esas vistas que se ocultan por siempre estar de afán o tener en la mente la equívoca impresión de que el centro no tiene nada bueno.
Resulta que parte de este video es filmado en el edificio Camacho, donde ahora funciona Punto Theca: un interesante restaurante brasileño de carnes (rodizio que llaman) y que se beneficia por la singular vista que se tiene de la Jimenez desde los ventanales de este bonito lugar.
Punto Theca es atractivo desde su misma configuración, dado lo estrecho que es uno pensaría que no hay mayor capacidad, pero lo que no tienen en área lo aprovechan en altura, no sé si sea el único pero no he visto otro restaurante en Bogotá que cuente con 8 pisos. Claro que los 2 primeros no sé qué función tengan, pues uno llega normalmente al tercero, en ascensor o por la escalera, a la barra de autoservicio.
En esta barra es donde ocurren los problemas, normalmente a la hora del almuerzo la fila es larga y desalentadora, pero a diferencia de otras filas de restaurante, esta se mueve porque es precisamente para ir pidiendo lo que se desea.


Comienza con la barra de ensalada, que es más bien frugal pero con productos frescos; claro, se trata de comer carnes no ensalada y por lo tanto las opciones me parecen más bien adecuadas. Luego está el arroz en diversas preparaciones según el dia, blanco, con coco y la tradicional pega, que no es que se ofrezca en cualquier lado y suele estar muy buena.
Luego viene el acompañamiento, del cual suelo elegir los vegetales salteados porque suelen estar ricos y si hay, frijoles, que los hacen más bien al estilo brasil (y como no).


Lo mejor viene de último, cuando se llega a la parrilla y allí están todos esos cortes sobre el fuego que se ven tan provocativos. Morrillo, Punta, Cadera, Chunchullo, Costillas... en su punto perfecto para los diferentes gustos pues ahi mismo se puede ver si está término medio, bien asado o bien azul la carne. Es cortada en frente del comensal y dan ganas de probarla ahí. La calidad de esa jugosa carne es lo que me hace volver una y otra vez.
Se puede pedir una, dos, tres y hasta cuatro carnes distintas para el almuerzo en precios que van desde 18 hasta los 26 mil pesos. Si ya se quieren más carnes tal vez sea buena idea pagar el servicio de rodizio, en el cual seguirán trayendo carne hasta que el cliente se harte.
Puede parecer poca una sola servida, pero en mi experiencia suele ser suficiente y he llegado a pedir hasta tres carnes, como en la foto.
Para tomar ofrecen jugos y también hay café y postres que no he probado pero se supone que este restaurante es además café y su estilo le permite perfectamente ser visitado para tomar un vino mientras cae la tarde en la Jimenez.
Ahh, uno no tiene que llevar su bandeja a la mesa, para eso cuentan con un buen servicio de camareras que lo guían a uno y se encargan de llevar todo.
Si van lleven cámara, que como dije más arriba, la vista es única y se puede tomar la clásica foto del centro que lejos de resultar monótono me sigue ofreciendo gratas experiencias.

jueves, 19 de mayo de 2011

El Toro Manso


Pedir carnes en Bogotá ha dejado de ser frustrante, sobretodo después de probarlas en Argentina donde aprende uno lo que en verdad es la carne: tierna, jugosa, con la grasa distribuida para que desarrolle todo su sabor.
Caminando por la octava, antes de llegar al retén que esta carrera tiene para evitar el paso de vehículos por la Casa de Nariño, vi este discreto restaurante, con fotos que anuncian cortes clásicos argentinos.

Siempre he pensado que alrededor del Congreso y de Presidencia deben existir buenos restaurantes carnívoros porque en algún lado deben almorzar los honorables funcionarios con sus exorbitantes sueldos. Y no me equivoco: tenemos Patagonia, Via Buenos Aires (antes Café de Buenos Aires), Mi Viejo, Rescoldos y otros que ya reseñaré en su momento.
Del Toro Manso debo decir que tiene un ambiente agradable, porque además de restaurante está pensado como galería, así que los cuadros que se observan son en su mayoría originales (hay incluso un Manzur pero no lo identifiqué). La casa en la que funciona, restaurada pero conservando elementos originales, contribuye enormemente a darle un sentido de originalidad.
El menú es considerablemente más variado que en los otros restaurantes clásicos argentinos. Ofrecen cortes tanto internacionales (Angus) como nacionales. Yo me fui por una punta de anca nacional termino medio, que estaba jugosa y su carne tierna (aunque no tanto como debería ser).
La foto sin flash no le hace honor al corte que en realidad era más bonito de lo que aparece
Para acompañarla elegí el puré de papas, que estaba bien preparado y para acompañar todo una helada cerveza, pan y rico chimichurri, el cual me sorprendió gratamente porque si bien hemos mejorado en carnes, no lo hemos hecho en chimichurri.
No era un día para postre y café, así que la reseña queda incompleta, pero me atrevo a augurar que no decepcionan.
Con tanta competencia me pregunto cuánto tiempo permanecerán, sin embargo su estratégica localización le da cierta ventaja y es común ver que es bastante frecuentado. Los precios en promedio superan los $30.000 por plato, lo que convierten esta opción en el lugar ideal para un almuerzo formal, casi a la sombra de los centros de poder en la capital.



domingo, 8 de mayo de 2011

14 Inkas

En la universidad tenía un amigo que hablaba de su novia y los restaurantes a los que lo invitaba. Era una época en la que tenía que ahorrar para ir a Crepes y Waffles. El nos contaba que iban a restaurantes donde la comida era muy rica pero servían tan poca que le tocaba rematar con un perro caliente más tarde.
Para mi esa leyenda de restaurantes que sirven muy poco era eso, leyenda. Pensé que tal vez pedían entradas y por eso terminaban con hambre e irse de entradas es una opción válida sobretodo en la noche que para dormir bien toca no comer tanto.
Eso fue hasta que conocí 14 Inkas. Fui a almorzar a este restaurante peruano, que hace parte de esa enorme (y deliciosa) expansión que ha tenido este tipo de comida en Bogotá. Tiene un diseño muy bonito y el ambiente resulta agradable desde que uno entra. 
Para empezar pedimos jugos con un toque de pisco que estaban muy ricos, aunque yo pedí el Pisco Sour, una tradición que tengo con estos restaurantes como les contaré en otras reseñas y que estaba delicioso y entonador (pero va ganando el de Astrid y Gastón).
De entrada pedimos los dos piqueos mixtos, que consiste cada uno en cuatro selecciones de entrada, normalmente ceviches y que estaban buenísimos.
El vaso de jugo con toque de pisco, un imperdible y en primer plano los piqueos.
De plato fuerte pedí el famoso Ají de Gallina, sobre el cual mucha gente tiene reservas porque la gallina en Colombia suele ser un plato apto para dientes poderosos por lo dura; obviamente no es lo que uno esperaría en un restaurante de categoría y debo admitir que estaba tan rica que me la terminé en pocos minutos.
Pocos minutos porque desafortunadamente es muy pequeña. Para ser plato fuerte me parece que le podrían mejorar el tamaño. No fui el único que se sintió comiendo una entrada.
Otro ganador sin duda fue el ceviche (o cebiche) tradicional, que si bien aparece como entrada es posible pedirlo como plato fuerte.
Como el día era joven y el grupo grande decidimos que el postre y el café lo tomaríamos en otra parte, por lo que les debo la reseña respectiva pero si vuelvo lo actualizaré. En promedio el plato es a $25.000 lo que suena poco costoso comparado con Astrid y Gastón o la misma 80 Sillas. Eso si, de volver sería en la noche porque a pesar de lo delicioso los platos le dejan a uno las ganas de más.

sábado, 30 de abril de 2011

Archie's es mucho más que pizza

La pizza; nada mejor para acompañar una cerveza o para pedir un domicilio un día que no se quiere salir de casa. Como les conté respecto a Karen's y 1969 la pizza es un plato que se ha venido sofisticando con el tiempo y de ser comida rápida ahora es también gourmet.
Tal vez la pizzeria que más frecuento es Archie's (pizzeria es un decir porque realmente son trattoria), que tiene varias sedes en Bogotá y viene a ser algo así como la opción número 2 cuando Crepes y Waffles es la primera en términos de popularidad.
Mi favorita: la Archie's que es de carnes
Sus pizzas siempre están bien hechas lo cual es a veces un poco desafortunado porque los demás platos de la carta terminan relegados, así que me dí a la noble tarea de descubrir qué más ofrece ese menú.
Descubrí por ejemplo que la sopa de tomate es sabrosa, con croutones y un poco de crema de leche para balancear la acidez. Y las pastas suelen ser deliciosas aunque si debo anotar que no son tan recargadas como uno quisiera.
Escalopines. Deliciosos hasta el último bocado.
Si hay algo muy característico de Archie's y que nunca paso por alto es esa entrada de cortesía que consiste en un pan, muy rico por cierto, acompañado de aceite de oliva y balsámico y que abre tan bien el apetito.
Otra cosa que nunca olvido es pedir el aceite picante de la casa, que incluso venden para llevar. Me gusta porque a diferencia de los picantes tradicionales, éste tiene efecto retardado permitiendo saborear la pizza y picarse a dos tiempos, raro no?
Finalmente están los postres, de los cuales me gusta el chocoflan, muy parecido al de Watakushi pero este último es mejor.
El espresso lo hacen con café Juan Valdéz, sabe bien pero no entra en mi lista de los mejores de Bogotá.
Así que si está desprogramado y no quiere ir otra vez a Crepes, Archie's es una buena alternativa. Sus precios son más altos que los de 1969 (promedio $18.000), pero su calidad es mucho mejor. Eso si, no espere rellenarse, los platos tienen el tamaño justo para quitar el hambre no para salir rodando.

sábado, 23 de abril de 2011

Crêperíe Le Bonaparte - A la caza del pato 3

Ya me había llamado la atención este restaurante cuando quedaba sobre la Jimenez pero lo trasladaron y le perdí el rastro hasta que me topé con él justo al lado de la Plaza de Bolívar.
Es atendido por su chef, Jacky Pinaut y desde que uno se sienta la atmósfera resulta agradable, me recuerda los cafés de París uh lá lá. Pero en serio, es bonito por dentro y me trajo realmente buenos recuerdos de la ciudad luz, con su decoración tan francesa que fácilmente narra uno la historia de ese país con mirar los cuadros.


Su carta es amplia y variada y tienen un plato especial que será mencionado por el chef mientras le queden y tuvimos la fortuna de que fuera el pato la selección del día pues no me lo esperaba acá y en la carta no aparece. Yo me pedí lo más francés que pude encontrar, un chateaubriand bordelaise y mientras esperábamos decidimos probar el paté de la casa, que estaba buenísimo.
Una vez consumido llegaron los platos fuertes; el mio estaba muy apetitoso y la salsa bordelesa le quedaba tan bien que me extraña no haber lamido el plato. Bueno, para eso es el pan.
El pato también estaba delicioso, como ya he explicado acá y acá, ese sabor es ganador y en Le Bonaparte no fue la excepción. Los platos venían acompañados con vegetales los cuales más que nada fueron los que me rememoraron París.
Para el postre pedimos crêpe suzette, el cual ya describí en otro post y aunque no era tan espectacular como el de Les Halles si estaba bien rico; lo flamean en la mesa y le hace honor al restaurante pues si pone en grandes letras crêperíe es por algo. El dulce sabor estaba apenas para el espresso, el cual me dejó gratamente sorprendido y entra en la lista de los mejores espressos de Bogotá.
No se aprecia bien pero está ardiendo en las deliciosas llamas del Gran Marnier
Por sus características es un restaurante al que vale la pena invitar a alguien y salir bien parado, tanto en atención como en sabores y los precios apropiados para su categoría (plato promedio a $28.000). Me pareció perfecto para viernes y otra excelente opción para evidenciar que el centro tiene mucho por mostrar aún.

sábado, 9 de abril de 2011

7.16 - A la caza de la carne de Kobe 1

Con los restaurantes "caros" siempre he encontrado relaciones de amor/odio. La gente que va y no salen las cosas como las piden no vuelve y hay gente que le va tan bien que se vuelven defensores a ultranza. A mi me gusta en este caso el terreno medio, le doy 2 o 3 oportunidades al mismo restaurante si me lo han recomendado y antes de recomendarlo prefiero haberlo visitado un par de veces.
Por eso no voy a recomendar ir a 7 16, porque solo he ido una vez, sin embargo si quiero destacar que soy de los que les fue bien visitándolo y prefiero hablar de él con los sabores aún frescos.
Encontramos este restaurante por casualidad porque íbamos para La Mar, también en Usaquén, y estaba repleto. No que fuera desconocido; mi hermana se emocionó al ver el discreto nombre en la puerta porque le habían hablado de 7 16 y tenía ganas de probarlo, como cada vez que viene y nos damos nuestro paseo gastronómico de rigor.
Su entrada aparece sencilla y sin embargo adentro la decoración y el ambiente fueron suficientes para antojarnos. Pedimos una botella de vino rosado que no fue la maravilla pero tampoco estaba malo.
Cumplidamente a los 15 minutos nos sentaron a la mesa y para empezar pedimos alcachofas a la parrilla y pulpo de entrada. Estaban deliciosos, aunque uno no sabe bien manejar eso de la alcachofa.
Mirando el menú me encontré con una sorpresa... tienen cortes de Kobe! Este plato, que es uno de los más comentados en los ambientes gastronómicos es tal vez una de las carnes más famosa del mundo. Como el caviar, muchos hablan de ella pero pocos los que la han probado y con razón, su precio suele ser alto porque a estas terneras japonesas las masajean y hasta les dan cerveza como alimento.
Con ganas pedimos la dichosa carne solo para enterarnos de que estaba agotada. Así que ya quedará para una próxima reseña porque prometo volver. Menos mal ya había pensado en el plan B y este era la punta de Anca argentina, la cual me pareció bastante generosa, jugosa... y deliciosa, termino medio perfecto como me gusta.
Para acompañar que tal un cremoso puré de papa criollas con trufa y ensalada?
Simplemente sabroso, pero cosa rara, me pudo el plato y tocó pedir cajita para llevar. (No, a mi no me da pena y menos con ese precio).
Para finalizar, entre los postres nos fuimos por el de pan, que estaba delicioso y me recordó mucho la torta de almojábana de Club Colombia.
Y claro, no puede faltar la búsqueda del espresso perfecto, esta vez de la casa Illy y que estaba rico contrastando perfectamente el sabor dulce del postre.
Actualizaré esta entrada cuando pruebe la bendita carne de Kobe y solo hasta entonces diré si recomiendo ir. Pero no por eso se lo vayan a perder. Salimos contentos de allí y en el rostro de los demás comensales me quedó la impresión de que estaban igual de contentos que yo.


Update: Volví y la carne sigue igual de deliciosa, mmm. Nada que le hago al Kobe pero ya vendrá la oportunidad.

sábado, 26 de marzo de 2011

La Tartine

Hay en la Candelaria un restaurante que solo abre sus puertas en la noche. Esto me parece curioso, lo he visto en otros países pero no pensé que ocurriera en Colombia.
De día pasa desapercibido, una puerta de lata como la tienen la mayoría de negocios por el centro y un letrero que apenas incita curiosidad pero es fácilmente pasado por alto.


En la noche la cosa cambia y ya se ve mucho más interesante, desde afuera parece que adentro está caliente y confortable.
Es un restaurante francés, que se especializa en hacer tartines que son básicamente preparaciones sobre una lonja de pan, a manera de sándwich abierto.
Ahora bien, la palabra sándwich puede sonar a que sirven comida rápida, pero nada más lejos de la verdad. Lo que ponen sobre el pan suele ser un suculento y elaborado plato que resalta tanto por su presentación como su esencia.
El mio era de lomo y la carne estaba tal cual me gusta, a medio hacer, jugosa y bien hecha al exterior. Prácticamente llamaba a ser acomañada por un buen vino tinto, pero ese día me decanté por la cerveza, que también acompaña adecuadamente el plato.
La carta es pequeña lo que facilita la elección. Me gusta que un restaurante se especialice porque normalmente significa que saben hacer mejor su trabajo. El chef Pascal hace una labor magnífica a mi modo de ver.
Ahora un consejo: el plato es grande, incluso para mi voraz apetito y dado que abren es por la noche puede resultar muy pesado para una sola persona, la recomendación, que allá amablemente sugirieron, es la de compartir.
Así que si quieren ir toca que se paseen por la noche en el centro. No es tan terrible como mucha gente lo pinta y la Candelaria en la noche tiene su encanto.
Queda sobre la Calle 12, la misma que va al Externado y cerca de la esquina de la 4a, que es la que uno coge para ir a la Luis Angel Arango de norte a sur.

sábado, 12 de marzo de 2011

Colfrance o las delicias de comer en carretera


En la vía de Bogotá a Chiquinquirá en el municipio de Capellanía (zona lechera junto con Ubaté a propósito) está Colfrance.

Es un lugar popular para detenerse. A diferencia de muchos restaurantes de carretera,que en Colombia normalmente son malos, sobretodo esos en los que paran los buses, Colfrance ofrece productos frescos e interesantes.
Como parte de su nombre lo indica tiene tradición francesa y se especializan, como no, en la fabricación de derivados lácteos. A mi me gusta comprar el queso holandés que hacen muy barato y delicioso; también tienen Tilsit, Camembert, Brie, Pera y bastantes más lo que convierten a este lugar en el recomendado para hacer compras de ese tipo. Otro producto que me encanta es el arequipe, contextura y sabor casi perfectos y a precio que me parece razonable.
Lo interesante también viene por el lado de las carnes, cuando paso por ahí siempre me antojo de una empanada rellena de carne, arepa con queso derretido y jugosas salchichas que pueden ser de ternera, cerdo o res y que con un buen ají casero y ensalada de papa de la casa están apenas para continuar el viaje con energía.
De solo recordarlo me dan ganas de hacer otro viajecito por la Ruta Comunera.

domingo, 27 de febrero de 2011

Fornalla - A la caza del pato 2

En este largo recorrido gourmet se topa uno con joyas cada cierto tiempo. Uno pensaría que los buenos restaurantes quedan en las zonas más conocidas de la ciudad como la T o Usaquén o la zona G; pero eso es un mito como lo demuestra Fornalla.
Este restaurante queda nada menos que en Teusaquillo, barrio que gozara antaño de gran prestigio pero hoy pocas persona quieren vivir en casas tan grandes. Se prestan eso si para ser remodeladas y, como el caso de Fornalla (se pronuncia Fornala) o más bien su asociado Casanovas Boutique, convertirse en hoteles boutique.
No hablaré del hotel, que me pareció bonito pero si de la comida de este especial restaurante, con el cual tuvimos que hacer reserva con tiempo pero para el pato, que se agota con facilidad y cuya preparación requiere tiempo.
De entrada nos sorprendieron con un sabroso pan artesanal acompañado paté de la casa; lo despachamos rápidamente.
De plato fuerte obviamente la suprema de pato, que estaba como dice el menú: jugoso. Ya había dicho que este sabor es muy característico y con Fornalla me reitero en lo dicho, el pato es simplemente delicioso. De acompañamiento hubo dos guarniciones, un couscous y ensalada.
Miren ese delicioso cuero del pato, luce espectacular.
Para bañar los platos nada mejor que el vino de la casa, recomendado e importado por su propio chef, el cual lo atiende a uno personalmente, cosa que me gustó bastante. Fui entre semana y luego para trabajar da un poco de aprehensión volver medio entonado pero esa sensación del estómago lleno de delicias contrarresta cualquier preocupación.
De postre elegimos el plato degustación que trae tres de los innumerables postres de la carta y debo decir que todos estuvieron ricos, especialmente el parfait de chocolate. Tamaños perfectos, un postre debe ser la culminación del festín y como eramos 6...
No pedí espresso, asi que mi caza del espresso perfecto tendrá que esperar a la próxima vez que vaya y les aseguro que volveré... asi sea a su gastro-market, con muchas preparaciones para llevar a casa.
¿Y los precios? constaten ustedes mismos la carta. A mi me parece que por el servicio y la calidad de la comida son más que razonables. Y sin van, que les muestren los cuartos del hotel, si no viviera en Bogotá me hospedaría unos días que quiera descansar y comer bien y nada más.